El ferrocarril es uno de los medios de transporte más utilizados en la actualidad, entre otras características, por la seguridad que ofrece y el volumen de carga que puede transportar. Gran parte de esto último sucede gracias a la cama de piedras sobre la que descansa la vía, ¿Alguna vez te has fijado en ella? ¿Qué es? ¿Tiene alguna utilidad?
Esas piedras se llaman balasto y toman un gran papel en el correcto funcionamiento del tren. Sigue leyendo este post para descubrirlo.
¡Empezamos!
ANTECEDENTES
Su historia se remonta al nacimiento y desarrollo del ferrocarril con la Revolución Industrial, precedido por las locomotoras.
El tren se movía por carriles, que debían cumplir unos requisitos técnicos adaptados a sus especificaciones para asegurar un transcurso correcto. Para lograr mantener una anchura de vía constante a lo largo del recorrido, se empezaron a colocar traviesas entre las vías. Se ponían directamente sobre el terreno y con el paso del tiempo, empezaron a dar problemas: las traviesas funcionaban como punto de carga único, por tanto, no soportaban la presión ejercida por el tren en circulación y se hundían. Conforme el medio de transporte se fue desarrollando, el peso de las mercancías era cada vez mayores, así que los problemas iban aumentando.
EL BALASTO: SOLUCIÓN DEFINITIVA
Como solución, los ingenieros de la época decidieron colocar una cama de piedras entre el terreno y la vía, que se llamaba balasto, para aportar estabilidad. A su vez se conseguía distribuir las cargas de forma uniforme sobre una mayor superficie.
Las piedras también debían cumplir unos requisitos específicos: procedían de la trituración de rocas sanas (cuarcita, basalto, granito) y debían tener un volumen de entre 3 y 6 cm.
FUNCIONALIDADES DEL BALASTO
Aunque surgiera para hacer frente a un problema concreto, hoy en día su función principal sigue siendo distribuir la carga, pero también tiene otras utilidades.
Por un lado, su elasticidad en conjunto funciona como “muelle” y atenúa los efectos de las cargas de los trenes, pues las traviesas se quedan incrustadas sobre el balasto e impiden los movimientos longitudinales y transversales de la vía.
Además, la vía debe tener una exactitud muy precisa para evitar catástrofes ocasionadas por sus desniveles e inclinaciones. Esto se corrige gracias al balasto. También impide que crezca vegetación alrededor de la plataforma, disminuye el sonido de paso de los trenes y mejora el drenaje del agua de lluvia para evitar su deterioro.
LA INNOVACIÓN ES EL FUTURO
Hasta ahora, lo que conocemos sobre el balasto es muy positivo. Sin embargo, también ha presentado problemas que han llevado a buscar nuevas alternativas. Su precio de transporte y mantenimiento son muy elevados, pero además, ocasiona un fenómeno llamado levantamiento de balasto. Se produce en vías de alta velocidad que superan los 270km/h, el balasto «vuela» y puede causar fisuras peligrosas en el propio tren (en carriles, rodales, cristales, etc.).
Los costes asociados a la estructura ferroviaria, especialmente en España donde tenemos las vías de alta velocidad más largas de Europa, han llevado a la búsqueda de opciones sustitutivas y alternativas innovadoras o materiales reciclables. Entre ellas, la vía en placa y el balasto artificial. Otra alternativa es el uso la aerotraviesa, por ejemplo, que permite aumentar la velocidad del tren un 12% y disminuir los daños por levantamiento de balasto.
En Nirosa apostamos por la innovación y el desarrollo y estamos en constante evolución. Para saber más sobre nuestros proyectos y seguir de cerca nuestro trabajo, visítanos en Nirosa.es.